MARÍA, LA MUJER DEL SUEÑO DE LOS 9 AÑOS
¡BUENOS DÍAS!
Y es que los compañeros estudiantes apodaron a Don Bosco "el soñador", y con razón. Pues desde el año nueve de su vida al setenta y uno, Don Bosco contó un número muy grande de sueños. Se comprueba cómo su vida y sus actividades no se explican sin sus sueños. Si los sueños son un medio para conocer la vida interior de Don Bosco y marcan pautas para el camino de la Familia Salesiana, su función aplicada a sus queridos jóvenes es también evidente. Don Bosco tuvo varios sueños en relación a María, y durante toda su vida insistió en el valor de esta figura, asegurando que los que se fijan en ella son objeto de gracias especiales en su vida. Y es que es una suerte, hoy que cuidamos tanto el valor de las mujeres, que el hombre que comenzó el itinerario salesiano, fuera alguien enamorado de María, y que tengamos un ejemplo de mujer fuerte, inteligente, acompañante en quien fijarnos, gracias a él.
Extracto del sueño de los 9 años de Don Bosco.
Si os fijáis, en este sueño, del que tanto vamos a hablar este año, hay una parte en la que se habla de María.
“Mi nombre pregúntaselo a mi Madre”.
En aquel momento vi junto a él una Señora de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada uno de sus puntos fuera una estrella refulgente. La cual, viéndome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, me indicó que me acercase a ella, y tomándome bondadosamente de la mano, me dijo: “Mira”.
Al mirar me di cuenta de que aquellos muchachos habían escapado, y vi en su lugar una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y varios otros animales.
“He aquí tu campo, he aquí en donde debes trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo que veas que ocurre en estos momentos con estos animales, lo deberás tú hacer con mis hijos”.
Volví entonces la mirada y, en vez de los animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderillos que, haciendo fiestas al Hombre y a la Señora, seguían saltando y bailando a su alrededor. En aquel momento, siempre en sueños, me eché a llorar. Pedí que se me hablase de modo que pudiera comprender, pues no alcanzaba a entender que quería representar todo aquello. Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza y me dijo: “A su debido tiempo, todo lo comprenderás”. Dicho esto, un ruido me despertó.
MARÍA, AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.