Buenos días de la profesora Victoria Román
También dijo: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.”
Al leer nos sumergimos en los sueños de otros. Borges escribió grandes obras, como “ El Aleph” o “La biblioteca de Babel”. Se fue quedando ciego de forma gradual debido a una enfermedad crónica , y eso no solo no le impidió seguir leyendo y escribiendo, sino que también fue director de la Biblioteca Nacional de Argentina dónde siempre dijo que se sentía como en su casa. En el precioso ensayo sobre el origen y la historia del libro “El infinito en un junco”, Irene Vallejo cuenta una anécdota de Borges; Un amigo del escritor que cierta vez recorrió con él la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, dijo de él que a pesar de su ceguera se movía entre los anaqueles como en su propio hábitat. Abrazaba con la mirada, ya
sin verlos nítidamente, cada uno de los estantes. Sabía dónde se encontraba cada libro y, al abrirlo, encontraba enseguida la página precisa.
En “El poema de los dones”, Borges plasmó lo que sentía al convertirse en director de la Biblioteca Nacional, pero también cómo se sentía al ser ciego:
“Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche”.
Para Borges, como para muchas personas, los libros siempre fueron sus mejores
amigos, su mejor compañía, porque a ellos siempre se puede recurrir.
Si leéis nunca estaréis solos.
Os dejo un poema muy corto y a la vez muy grande de la poeta Gloria Fuertes:
Dediqué mi libro a una niña de un año,
y le gustó tanto,
que se lo comió.
ORACIÓN:
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros.
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