“ESTA ES MI CASA, DE AQUÍ SALDRÁ MI
GLORIA”: UNA IGLESIA PARA HONRAR A
MARÍA QUE EMPIEZA CON MEDIOS HUMILDES
Desde muy joven Don Bosco sintió una profunda devoción por la Virgen. En la evolución de su amor por la Virgen, después de nuestra Señora de la Consolata (patrona de Turín), y de la Inmaculada Concepción de María, sintió una gran devoción por María como Auxilio de los cristianos, es decir, María Auxiliadora.
La idea de construir una iglesia majestuosa en honor a María Santísima surge de la necesidad aparente de acoger a un mayor número de fieles en las celebraciones. Don Bosco siente el deseo de construir un gran templo a la Virgen Auxiliadora para expresar su agradecimiento por las numerosas ayudas recibidas, y para invocar su protección para la naciente Congregación Salesiana. También había una fuerte intención pastoral y pedagógica en él: para implementar en su vida el bien.
La Basílica de María Auxiliadora se construyó, con grandes problemas económicos, entre los años 1864 y 1868, pero con ayuda de los muchachos del Oratorio, y la generosidad de la población de la ciudad de Turín logró concluir la obra. Don Bosco aseguró siempre que el dinero conseguido para la construcción del santuario venía de la Divina Providencia. Estaba convencido: «si es la Virgen quien quiere la Iglesia; ella ya pensará cómo pagarla».
Cuando lo felicitaban por la magnífica iglesia, Don Bosco siempre decía: «yo no soy el autor de tan grandes cosas, es el Señor y María Santísima Auxiliadora, que se dignaron servirse de un pobre cura para realizar tales obras, es María quien ha construido su casa». Una vez construido el santuario, Don Bosco intensificó sus actos para difundir por el mundo la devoción a María Auxiliadora. Devoción que ha llegado hasta nosotros para que la sigamos fomentando en todas y cada una de nuestras casas.
REFLEXIÓN
Un hogar (techo) es una de las tres “T” de las que nos habla como imprescindibles el Papa Francisco: Techo, Trabajo y Tierra. Es un derecho humano vital injustamente negado a millones de personas en la Tierra. Deberíamos preguntarnos qué concepto de casa, techo, hogar, manejamos: acogedor, cálido, sencillo, abierto u hostil, críptico, especulativo, frío, museístico. Nuestras iglesias también han de ser acogedoras y cálidas.
Todos sabemos de la dificultad de pagar un alquiler o hipoteca (mucho más cuando se es pobre y trabajas por los pobres). Don Bosco no sólo dio respuesta a los chicos en sus necesidades materiales y educativas. Levantó una hermosa Iglesia para la Madre y Auxiliadora de muchos huérfanos. Y partió de unas pocas monedas a Carlos Buzetti.
Surgen tres preguntas:
1. ¿Somos conscientes de que acoger en nuestra casa (en nosotros) a María, Madre de Jesús, puede suponer el comienzo de un camino existencial que lleva a la felicidad, al compromiso, al sentido?
2. ¿Te tirarías de cabeza en un proyecto así confiando en llegar a meta y consciente de lo que éste puede acercar? ¿Sabemos agradecer el amor y la colaboración de tantas personas en nuestras vidas?
3. ¿Sabías que desde esa hermosa Iglesia, estrenada ante 1200 chicos en 1868, y bajo el auxilio de la Virgen, saldrían todas las expediciones misioneras y nuevas fundaciones hoy realidad en 134 países?
Dios te salve María…
Mª Auxiliadora de los Cristianos. Ruega por nosotros.
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